Fallo del jurado: concurso de literatura y concurso de fotografía
Con motivo de la resolución de los concursos de literatura y de fotografía desde la consejería de Cultura queremos agradecer la participación y felicitar a todos los postulantes por su implicación e interés y la calidad de sus aportaciones.
El objeto de ambos concursos ha sido fomentar e incentivar la creatividad artística de nuestros vecinos. De este modo, nos complace comunicarles que el resultado de la deliberación del jurado ha sido el siguiente:
- Ganadores del Concurso Literario:
Categoría Infantil: “LA NIÑA QUE SOÑABA CON LEER” DE PATRICIA ROMERO ROMERO
Erase una vez una pequeña y hermosa niña llamada Ana, que vivía en un pequeño y humilde pueblo de las montañas. Ana tenía 6 años, era muy dulce y simpática, vivía con su madre, que
Quedó viuda al poco de nacer ella y su abuela que la cuidaba mientras su madre trabajaba con el ganado de cabras de la familia y que era el único medio que tenían para el sustento diario.
Por desgracia la familia de Ana era muy pobre y no podían permitirse que ella fuera a la escuela, nadie podía llevarla a la escuela cada día y mucho menos sufragar el coste que el colegio supondría para la maltrecha economía familiar. la abuela de Ana solía contarle cuentos e historias casi a diario, pasaban horas cada día al lado de la chimenea, mientras Ana imaginaba como sería aquel malvado lobo que atacaba a los cabritillos o soñando con ser como aquella pequeña niña de capa roja que había sido capaz de derrotar al feroz lobo, tenía la ilusión de algún día poder ser ella la que contara esas mismas historias a otros niños que como ella no sabían leer, pero ¿si no podía ir a la escuela como podría aprender a leer?, ¿si su familia no podía comprar un libro como iba a contar esas historias a otros niños?.
El día de su cumpleaños amaneció lluvioso, así que su madre había terminado temprano las tareas diarias de cuidado del ganado y junto con su abuela aguardaban junto a la chimenea a que Ana se despertara, cuando Ana entró en la habitación la recibieron al grito de feliz cumpleaños con un paquete en las manos, Ana lo desenvolvió nerviosa, ansiosa rompió el papel y sus ojos se llenaron de lagrimas cuando contempló el regalo que, con un enorme esfuerzo, le habían hecho las dos personas que más amaba en el mundo, se trataba de un libro de cuentos!!!!!. Ana saltó de alegría, se abrazó a su abuela y a su madre, la portada era preciosa, en ella se venían patos, lobos, pastorcitos, cabritillos y una niña pequeña con una capa roja. Desde aquel día Ana pasaba los días y partes de las noches pasando páginas e intentando descifrar lo que aquellos símbolos carentes de sentido que llenaban las paginas significaban, pero no lo conseguía, a medida que pasaban los días el desánimo y la desesperación fueron ganando terreno en la mente de Ana ya que no conseguía descifrar aquel jeroglífico sin sentido.
Una noche, cuando ya estaba a punto de tirar la toalla y dejar guardado en cualquier cajón el libro que tanta ilusión le había hecho recibir y en la que Ana no recuerda si estaba dormida o despierta creyó ver a un hada que blandiendo una varita mágica hacia ella lanzo un conjuro que Ana no consiguió entender, al día siguiente Ana vio el libro en el suelo, estaba abierto y al acercarse vio que aquellos símbolos que hasta ahora carecían de sentido se convertían en letras, que unidas a otros letras se convertían en silabas, que unidas a otras silabas formaban palabras, que unidas a otras palabras formaban frases, que unidas a otras frases se convertían en textos e historias sobre caballeros y princesas, sobre dragones y guerreros y de feroces lobos derrotados por bellas niñas. Ana sabía leer!!!!!, leyó ese mismo libro una y otra vez, hasta ser capaz de recitarlo de memoria, desde aquel día cada domingo bajaba a la plaza del pueblo y rodeada de los pocos niños que aún quedaban allí y de muchos de los mayores que se acercaban a ellos curiosos leía esas mismas historias una y otra vez.
Moraleja: la intervención del hada mágica puede ayudar, pero con esfuerzo y trabajo puedes conseguir todo lo que te propongas.
Categoría Juvenil: DESIERTO (SE ENTREGARÁ OTRO PREMIO PARA LA CATEGORÍA DE ADULTO)
Adultos: “PERO ERES MI HÉROE” DE JOSÉ AYALA COLCHERO Y “MARÍA Y EL MANANTIAL DE LA MAGIA” DE JOSÉ ANTONIO HERRERA
Pero eres mi héroe
No tienes capa ni espada,
pero eres mi héroe,
no sales en la gran pantalla,
pero tienes grandes poderes,
el amigo que nunca falla;
el que siempre me sostiene,
el que libra mil batallas;
y no te sientes héroe,
el que cruza cielo y murallas;
para estar conmigo siempre.
No te hace falta una capa,
para salvar mi suerte;
ni te hace falta espada,
para luchar contra los meses;
que aunque cortos se alargan,
y a los que nunca temes.
Tu kryptonita son mis lágrimas,
pues mi llanto a ti te vence,
pero tu tela de araña,
en mi cuna se convierte.
No tienes capa ni espada,
pero eres mi héroe;
te quiero más que a nada,
por ser como eres…
mi Abuelo aunque con canas,
por eso eres mi gran héroe.
María y el manantial de la magia.
La pequeña María, de seis años, fue con su padre Francisco a ver el nuevo pozo que habían hecho en su campo. Era la primera vez que iban a regar sus cerezos con el agua de aquel pozo. Hasta ahora, los cerezos no habían dado frutos, y su padre pensaba que era debido a la poca cantidad de agua que recibían, por lo que había decidido instalar aquel pozo con el que poder regar los árboles, a ver si así daban frutos. Si incluso así seguían sin dar frutos, los talaría y plantaría pistachos en su lugar. El campo estaba a las afueras de su pueblo, Alcalá del Valle, así que fueron en su coche.
María iba aburrida, pues no le hacía demasiada ilusión ir a regar, aunque sentía algo de intriga por el nuevo pozo, que aún no había visto. A su lado iba su hermano, Fran, de diez años. Ninguno de los dos podía aun imaginar lo que iba a suceder.
Cuando llegaron al campo, el pozo no les pareció muy interesante, así que se pusieron a pasear por entre los cerezos, mientras su padre los regaba. Andaban distraídos, cuando algo llamó su atención. Parecía un susurro, pero sonaba muy extraño. Su padre estaba al otro lado del campo, por lo que aquel ruido no podía haberlo producido él. Se giraron y buscaron el origen del sonido, pero no lo encontraban. Entonces, volvió a sonar, aunque esta vez era más claro:
—Niña, necesitamos tu ayuda— dijo una voz ronca y nudosa.
Los dos hermanos se sobresaltaron, y se volvieron buscando a la persona que les había hablado, pero lo que descubrieron les dio mucho miedo. En uno de los cerezos habían aparecido unos ojos y una boca, y parecía que la voz salía de allí.
—Necesitamos tu ayuda, María, por favor— dijo el árbol.
—¿Puedes hablar?— Preguntaron los hermanos, al unísono, entre sorprendidos y aterrados.
—Sí, ahora sí.
—Es increíble— dijo María.
—¿Cómo puedes hablar? Eres un árbol…— empezó a decir Fran.
—Sí, soy un árbol, pero el manantial que pasa bajo el pozo es un manantial mágico, y si nos riegan con sus aguas, somos capaces de comunicarnos con los niños— explicó el árbol.
—¿Y con los adultos no?— Preguntó María, siempre tan perspicaz.
—No, porque ellos ya no creen en la magia. La magia sólo es posible cuando crees en ella— respondió—. Mi nombre es Arcen, y necesito vuestra ayuda. Si no damos frutos este año, vuestro padre nos talará, y tenemos mucho miedo de que eso ocurra.
—¿Y por qué no dais frutos?— Preguntó Fran.
—Porque hay un antiguo maleficio sobre esta tierra que nos lo impide, y el único modo de romper este maleficio es que una niña de corazón puro nos traiga un poco de tierra mágica del olivar mágico, que se encuentra al otro lado del pueblo, por eso os pedimos ayuda.
—¡Cuenta con nosotros! Os ayudaremos a echar frutos, os traeremos la tierra y romperemos el maleficio— aseguró María.
—De acuerdo, pero tened mucho cuidado porque el olivar mágico está protegido por un círculo de chumberas con unas grandes y peligrosas espinas, y no será nada fácil atravesarlo— advirtió Arcen.
—¡Conozco ese lugar!— dijo Fran— El olivar de mi abuelo está rodeado de chumberas como las que dices.
—Pues entonces podéis pedir a vuestro abuelo que os lleve. Seguro que él sabrá por dónde atravesar el círculo de chumberas para acceder al olivar— dijo Arcen.
—Me temo que no puede llevarnos ahora— dijo Fran.
—¿Por qué?
—Porque hace unos días que tuvo que irse a Francia a trabajar en la campaña de la fruta, como hacen muchas personas de nuestro pueblo.
—Es una pena— dijo Arcen.
—No te preocupes, amigo, encontraremos la manera de llegar hasta allí— prometió María.
Aquella misma tarde, María y Fran decidieron ir al olivar en busca de la tierra mágica para ayudar a su nuevo amigo.
— ¿Cómo podremos llevar la tierra desde el olivar hasta el campo de los cerezos?— Preguntó María— Están demasiado lejos el uno del otro.
— ¡Ya sé!— Dijo Fran— Usaremos el carrito de nuestro primo Manuel, así podremos llevar la tierra más fácilmente de un sitio a otro. Y necesitaremos algún sitio donde meter la tierra…
— ¡Podríamos usar los cubos de la playa!— Dijo ella.
Así que, con el plan ya trazado, ambos se pusieron en camino. Cogieron los cubos de la playa y el carrito de su primo pequeño, y se dirigieron al olivar de su abuelo.
El camino fue largo, y hacía mucho calor, pero consiguieron llegar al cabo de un rato. Frente a ellos se extendía un círculo de chumberas que rodeaba todo el olivar. No sabían cómo podrían atravesar aquel muro natural lleno de peligrosas y amenazantes espinas. Pero entonces María recordó algo que le había dicho su abuelo un tiempo antes.
—El abuelo Manolo dijo un día que algunas chumberas habían cogido una enfermedad que las secaba y hacía que se les cayeran las espinas. Podríamos rodear el muro de chumberas por si encontramos una zona en la que haya ocurrido esto.
Así lo hicieron y, efectivamente, descubrieron una zona que estaba llena de chumberas secas y sin espinas caídas por el suelo. Cruzaron por allí sin más contratiempos, y llenaron los cubos con la tierra mágica. En cuanto los tuvieron llenos, emprendieron el camino al campo de los cerezos. Esta vez el camino fue aún más largo, y cuando casi habían llegado al campo, una de las ruedas del carrito se rompió al chocar con una piedra.
—¿Qué podemos hacer ahora?— Preguntó María.
—Cargaremos con los cubos el resto del camino— dijo su hermano, decidido.
Así que ambos repartieron los cubos, uno para María, y dos para Fran, y siguieron caminando hasta llegar al campo. Cuando llegaron, vertieron un poco de tierra mágica a los pies de cada uno de los cerezos, y fueron a hablar con su amigo Arcen.
—Muchas gracias por todo, nos habéis salvado— les agradeció éste.
Los dos hermanos volvieron a casa de su abuela tirando del carrito de su primo. Cuando llegaron su abuela les regañó por llevarse el carrito sin avisar, y por traerlo con una rueda rota. Pero ambos sabían que si con eso salvaban a los árboles, habría valido la pena. Aquella noche durmieron mejor que nunca.
A la mañana siguiente, su padre les llevó de nuevo a regar los cerezos. Cuando llegaron al campo, los tres se quedaron boquiabiertos ante lo que estaban viendo: todos los cerezos habían crecido bastante y estaban a rebosar de cerezas de buen tamaño y mejor color.
Los niños corrieron hasta su amigo Arcen, que ahora era bastante más grande.
—¡Habéis echado frutos!— Dijo María.
—Sí, y nunca habríamos podido hacerlo sin vuestra ayuda. ¡Muchas gracias! Siempre estaremos en deuda con vosotros, así que, como recompensa, daremos las mejores cerezas que se hayan visto nunca en Alcalá.
Los niños rieron y cogieron algunas cerezas de su amigo Arcen para probarlas. El sabor era exquisito.
Y, a partir de ese momento, todos los años recogieron una buena cantidad de cerezas, que se hicieron famosas entre todos los habitantes de Alcalá del Valle, por su sabor.
José Antonio Herrera
- Ganadores del Concurso de Fotografía:
Juan Jesús Romero Ayala
Diego Valle Pulido
Antonio Martínez García
Nuestra más sincera enhorabuena a los premiados que podrán pasar a recoger su premio "Bono de 30 euros para gastar en el comercio local"